* Por Renato
Consuegra
México, D. F., a 14
de enero de 2016
Qué terrible el debate sobre la entrevista de Sean Penn,
producida por Kate del Castillo, a Joaquín Guzmán Loera.
Hay puntos de vista de todo: de puros, puristas y puritanos;
de interesados y hasta de quienes sólo comentan por lo que ven en la tele
(ahhh, sin faltar los trolls de Presidencia de la República y los partidos en
el poder).
La verdad ni a cual irle... Todos metidos en el espectáculo
y, desde mi punto de vista, se les olvida lo verdaderamente importante:
El Estado Mexicano tuvo anteriormente a Guzmán Loera dos
ocasiones en la cárcel y no cortó sus “brazos financieros”, quienes
presumiblemente, a base de cañonazos de miles y millones de pesos, le dieron la
oportunidad de escaparse. Como tampoco lo ha hecho con los de los demás
delincuentes que “tiene” en presidio y, mucho menos con los que siguen operando
desde la clandestinidad. Esta es una gran falta de quienes están y han estado
al frente de los gobiernos y son parte fundamental de ese Estado.
Y es precisamente este tema el que permite preguntarse lo
siguiente:
Si Carlos Slim tiene problemas para poder manejar su imperio
económico desde la legalidad, enclavado en la comodidad de “Slim City” en la
Colonia Granada, siendo dueño, además, del aparato de telecomunicaciones más
importante de toda América Latina y una parte de Europa, no imagino cómo Guzmán
Loera lo hizo desde el penal de máxima seguridad del Altiplano ni cómo lo hizo
desde el llamado “triángulo dorado de la droga” en la Sierra Madre Occidental,
en ranchos donde hay más gallos, gallinas, pollos y ganado --además de droga--,
que computadoras y demás aparatos tecnológicos para administrar, no sólo una
gran red de seguridad personal (aunque siempre lo han atrapado con no más de
una media docena de acompañantes); cultivadores, procesadores y distribuidores
de droga; sicarios que pelean con otros cárteles por los corredores de la droga
y las plazas o territorios.
Pero, sobre todo, no me imagino cómo este hombre ciertamente
arcaico, puede administrar una red financiera que maneja miles de millones de
dólares alrededor del mundo sin que las autoridades de decenas de países, no
sólo México, hayan podido dar con algunos de sus más cercanos operadores
financieros para comenzar a derribar ese imperio. Sobre todo, incluso, cuando
la mayor parte de su tiempo lo dedica a esconderse y a disfrutar de sus mujeres
(según los propios medios de comunicación que difunden historias rosas del
narcotraficante).
Que no nos pretendan engañar y que no se engañen. Joaquín
Guzmán Loera seguramente sólo es dueño de una parte muy pequeña de esa fortuna,
como operador del esquema mediático- delincuencial. Es solamente la cara
visible de ese grupo mafioso incrustado en los altos niveles del gobierno y la
estructura económico-financiera mexicana, que lo protege y desprotege a su
conveniencia.
Entonces, el verdadero administrador y beneficiario pleno
del dinero que derraman el narcotráfico y otras actividades delincuenciales es
otro, dirigente o grupo, que seguramente usa trajes de marca, vive cómodamente
en la Ciudad de México y, si no despacha en alguna oficina gubernamental o del
Poder Legislativo, podría hacerlo desde la oficina de algún corporativo.
Quienes ya vieron la entrevista de Sean Penn y las
comunicaciones entre Guzmán y la actriz Kate del Castillo, seguramente habrán
notado la primitiva personalidad y capacidad intelectual del que fuera hasta el
viernes el “hombre más buscado” del mundo, a quien pretenden construir como un
verdadero mito para hacernos creer algo que no es por sí sólo, salvo ser
seguramente un matón que no se tentó el corazón para ascender en la carrera
criminal, pero que cuenta con la dirección, complacencia y protección, desde
los altos niveles de la política mexicana para “ser quien es”, un mito a modo.
Porque si careciera de la protección y seguramente la
dirección desde las altas esferas del gobierno y del Estado –quienes
seguramente se llevan los altos porcentajes de la derrama económica por la
protección--, difícilmente podría operar un emporio económico-financiero de más
de mil millones de dólares, como el que dice la revista Forbes, tiene.
Es ahí donde debe estar el debate y que no lo quieran
trasladar a otra parte para darnos más circo. Eso quiere decir que ese Estado
Mexicano al que también pertenecemos como sociedad, está podrido. Políticos,
dirigentes de partidos, jueces, magistrados, ministros, legisladores,
funcionarios públicos de todos los niveles, están insertos en una gran red de
corrupción que permite edificar grandes mitos para fortuna de unos cuantos.
Entonces, lo que esta sociedad debería debatir es: ¿Quién o
quiénes están detrás del mito, que es o son el verdadero beneficiario de los
mil millones de dólares de los que habla Forbes?◄
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