lunes, 13 de abril de 2015

DE FRENTE ANTE LA BRUTALIDAD COTIDIANA: STEPHANIE SINCLAIR, FOTOPERIODISTA



* “El peor día de mi vida no es aquel en que mi vida está en riesgo, sino en el que no puedo tomar esas fotos que es necesario que usted vea, imágenes que necesitan hacerse oír. Cada día, cuenta”, afirma la fotoperiodista jurado del FINI 2015

Pachuca de Soto, Hgo., a 13 de abril de 2015

Stephanie Sinclair, fotógrafa estadunidense nacida en 1973, saltó a la atención mundial en 2003 cuando expuso las terribles escenas de niñas que se autoincineraban para evitar la violencia en los matrimonios pactados por sus padres en territorio Afgano e Iraquí. En algunos de esos arreglos nupciales habían cambiado a pequeñas de apenas 9 u 11 años por un paquete de heroína o una cabra. Sinclair, con un nudo en la garganta y lágrimas inundándole la visión a través de la lente, se impuso la misión de gritarle al mundo tal brutalidad. 

Fue la foto de Marzia lo que le valió en 2003 el prestigiado premio World Press Photo, dentro de la categoría “International Issues”. Era una imagen terrible: Marzia de 15 años, exhibía sus quemaduras en tanto la atendían en el Hospital Público. Aterrada ante la perspectiva de enfrentar la ira de su marido, después de que se descompuso el televisor, se prendió fuego a sí misma.

Sinclair, impactada por esas y otras historias, se dio cuenta de que aunque no existían estadísticas sobre la autoinmolación femenina, el personal del hospital le informó que habían atendido entre 300 y 400 mujeres con quemaduras autoinfligidas entre noviembre de 2001 y febrero de 2003. Tales intentos de suicidio los realizaban con el queroseno de sus rudimentarias cocinas. Los funcionarios médicos, a su vez, con la opacidad y autocomplacencia que se contradice en los hechos, le manifestaron que casi no hubo casos similares bajo el régimen talibán, y algunos atribuyen el aumento a una creciente frustración de las mujeres porque la cultura occidental se infiltra en Afganistán, sin embargo, la posición de la mujer en aquella sociedad sigue siendo la misma: sometimiento absoluto a la voluntad masculina.

Desde que Stephanie Sinclair cubría la guerra de Iraq para el diario Chicago Tribune (periódico que se caracteriza porque sus colaboradores obtienen recurrentemente premios en periodismo de investigación y fotografía); apenas había salido de la Universidad de Florida y se percató en detalles simples de que entre las víctimas, las que llevaban la peor parte eran las mujeres. Luego de ahí se marchó como free lance a lo largo del Medio Oriente y las escenas que presenció la cambiaron para siempre.

Stephanie Sinclair por eso decidió apuntar a través de la lente de su cámara persistentemente a ese tema, de los más dolorosos en cuestión de derechos humanos: el abuso, maltrato, explotación, esclavización y tortura de las niñas, jovencitas y mujeres. Ha puesto el dedo en la llaga sobre ese asunto en el que pareciera ser que nadie quiere compromiso real pues “las cosas de mujeres se resuelven al interior de las familias”, asombrosamente también ha documentado los silencios respecto a los abusos al interior de la vida doméstica en su propio país, como ha dicho en las entrevistas y mostrado fotos.

Sinclair sigue realizando su trabajo, no sin miedo y arriesgando su propia vida, porque lo ha hecho recibiendo amenazas de los clanes, tribus y gobiernos que permiten tales atrocidades, como el matrimonio infantil y la ablación de genitales en África y Medio Oriente; ha exhibido lo que llama “la miopía, torpeza y complicidad de los gobiernos para ser omisos ante los derechos fundamentales de las niñas (que luego serán mujeres) haciéndose sordos y ciegos y convalidar o permitir el trato brutal e inhumano al que están sometidas sólo y únicamente en razón de su sexo”, pues en muchas regiones son consideradas como propiedad, incluida en Norteamérica la poligamia soterrada de grupos religiosos.

La fotoperiodista ganadora del premio Pulitzer ha publicado en National Geographic y el New York Times Magazine. También es fundadora y directora ejecutiva de Too Young to Wed, una organización no lucrativa, fundada por ella en 2013, para proporcionar evidencia visual de las violaciones de derechos humanos enfrentados por las mujeres y niñas alrededor todo el mundo. Como parte del Too Young to Wed, Sinclair ha fotografiado el calvario de esposas menores de edad en Etiopía, Tanzania, Sudán del Sur y muchos otros países. Sus imágenes han sido honradas con tres premios World Press Photo y expuso, como pocos se han atrevido, en las Naciones Unidas, las sutilezas con que también se abusa de las mujeres en países considerados como “desarrollados”, como los Estados Unidos. Ha sido receptora de infinidad de premios y a pesar de que su madre sufrió un derrame cerebral en 2011 persiste en su tarea de exponer el trato inhumano contra mujeres y niñas dondequiera que éste ocurra.

El patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, en el marco del Festival Internacional de la Imagen y el Concurso Internacional de la Imagen se honra en haber hallado en Stephanie Sinclair una disposición generosa para fungir como jurado en el género fotografía, cuyos triunfadores en las categorías estudiantil y profesional se darán a conocer el día 9 de mayo.



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