* Este volumen llegará a la FUL 2015 para hacer visibles a las
personalidades que han hecho grandes aportes a la ciencia y que en el silencio
de su laboratorio, gabinete o estudio no han gozado del debido reconocimiento
que la humanidad les debe
Pachuca de Soto, Hgo
., a 13 de agosto de 2015
Cuando un literato se adiestra, entrena, prepara o ilustra
respecto al método científico y sus objetos material y formal de estudio, algo
sucede en su cabeza; algo se ordena, se secuencia, se alista o dispone para
entender ciertas claves de las leyes del universo. Eso le pasó a Carlos Chimal,
el más emblemático de los periodistas científicos, quien llegará a la Feria
Universitaria del Libro 2015 con su volumen de ensayos titulado “Tras las
huellas de la ciencia”, aparecido en librerías apenas este pasado abril, bajo
el sello de Tusquets Editores.
En esta 28 edición de la Feria Universitaria del Libro, que
se efectuará del 21 al 30 de agosto próximos, Carlos Chimal presentará su libro
en el cual conjunta trabajos realizados a lo largo de 20 años y lo hace como
una especie de diario de viaje o bitácora de navío, con textos que pretenden
dilucidar los quehaceres de grandes científicos, algunos premios Nobel —de
quienes goza de su amistad—, además de atestiguar las grandes revoluciones
científicas y tecnológicas que al autor tocó presenciar muy de cerca: cambios
de la biología celular a biología molecular; el nacimiento de la Internet; la
génesis de la ingeniería genética; grandes descubrimientos astrofísicos,
etcétera.
Dado que en su no muy lejana juventud Carlos Chimal —nació
el 13 de abril de 1954— estudió Química y al mismo tiempo Letras en la UNAM,
como científico también lo guío el impulso irrefrenable por escribir
metódicamente lo que ocurría en el mundo de la ciencia y el arte, y así llevar
un registro testimonial de sus saberes y experiencias, de tal modo que con
depurada prosa se dio a la tarea de desentrañar los misterios de la ciencia y
de las artes a través de su pluma, labor en la que ya lleva casi cuatro
décadas.
“Mi objetivo, sin saberlo bien a bien en los comienzos, fue
reconciliar el mundo de la ciencia con el mundo del arte”, explica el autor,
aunque añade: “no soy más que un divulgador de la ciencia”.
Para cimentar su inusual formación y desarrollo académicos,
además, Carlos Chimal fue becario del Instituto Nacional de Bellas Artes, bajo
la tutoría de Augusto Monterroso; cumplió una estancia en la Universidad de
Cambridge como escritor científico, bajo los auspicios del Consejo Británico y
fue becario de la Hawthornden para novela y del CNCA/Canal 22/Fundación
MacArthur/ILCE para la producción de programas en la televisión cultural.
Asimismo forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
En este volumen de 320 páginas (más 3 de bibliografía), se
incluyen 5 capítulos del caminar de Chimal en los meandros del periodismo
científico y tales son: Pasajes de primera para polizones; ¿Y a quienes conoces
cuando andas por ahí?; Para remontar la escalera del universo y Viajar implica
ir y venir, en los que va descubriendo que “la aparición de nuevos conceptos,
estilos, tendencias y formas en el arte tienen algún extraño, sorpresivo y
profundo vínculo con los descubrimientos científicos y los inventos
tecnológicos”, según confiesa en el primero de sus ensayos.
En ese primer capítulo, por ejemplo, otro de los ensayos,
titulado “Gemelas desconocidas”, obliga a “reflexionar sobre ámbitos
heterogéneos en apariencia, como la literatura y las matemáticas, o como la
poesía y la tecnología” y así, como en este pequeño párrafo se van entreverando
el descubrimiento de la penicilina y la historia literaria de las decepciones
(que es lo que le ocurre a la pobre bacteria que se enfrenta a la barrera
infranqueable que la penicilina opone para que logre su hábitat de ensueño),
así a lo largo del libro se funden ciencia, descubrimientos y obras literarias
de manera tan enlazada que parecería que así se diseñó esa complicidad.
“Este libro es, sobre todo, un homenaje a los grandes
divulgadores de la ciencia como Lucrecio, Voltaire, Julio Verne, Isaac Asimov,
Carl Sagan, por decir algunos; todos escritores que se han permitido escribir
buenos libros, imaginativos, para tender puentes entre el público que, por
diversas razones no está cercano al mundo de ciencia. En este libro, por
ejemplo, aparece un ensayo sobre Isaac Newton, que en realidad no es un ensayo,
es una glosa sobre la biografía escrita por Richard Westfall, quien biografió
muy extensamente a Newton para la universidad de Cambridge en un libro muy
difícil de leer, pero aquí yo lo rescato y hago la glosa de esos años en que no
se conoce quién era o qué hacía el descubridor de la Ley de la Gravedad. El
ensayo se titula, ‘Un joven llamado Isaac Newton”. Yo lo escribí desde tiempos
en que publicaba en la revista “Vuelta” y ese le gustaba mucho a Octavio Paz”,
agrega el escritor.
“Tras las huellas de la ciencia”, es una compilación que
también contiene crónicas sobre la experiencia de Chimal como observador de las
estrellas y las galaxias, básicamente en las Islas Canarias: “Las Canarias es
un lugar muy especial, incluso para hacer literatura; Saramago pasó por ahí y
muchos escritores van ahí a hacer literatura. Contiene, además, el mayor grupo
de observatorios de países del Norte, cada país tiene un telescopio; España
pone el cielo y suelo y los países, su telescopio; además los operadores de
éstos son muy lectores, se pasan la noche en vela y están muy atentos a los
fenómenos del cielo; es gente muy amigable y este libro recoge esas
experiencias”, prosigue el ensayista y observador astronómico.
Carlos Chimal explica que ser un escritor de ciencia obliga
a estudiar profundamente aquello que se pretende explicar; además es necesario
escribirlo de modo digerible y legible para el gran público, con un lenguaje
llano, no pretencioso.
“Este es un poco un producto paralelo, es como una bitácora
de viaje; el doctor José Franco, director de difusión de la UNAM, quien ya lo
leyó, me dijo: ‘Oye, Carlos, está muy divertida tu bitácora’. Y sí, es muy
vital, este libro está articulado con otros dos libros que publicó también
Tusquets, “Luz Interior. Conversaciones entre ciencia y literatura” y “Armonía
y saber. En busca de una idea estética de la ciencia”, en los que se reúnen más
de 25 entrevistas con Premios Nóbel, con quienes tuve mucho acercamiento; con
algunos de ellos hice, incluso amistad. Algunos de ellos, desafortunadamente,
ya desaparecieron y —es feo mencionar esto, pero la vida es así. En este
próximo Festival Internacional Cervantino, invitado por Jorge Volpi, viene
Roald Hoffman, Premio Nobel de Química en 1981 y es amigo mío hace muchos
años”.
Carlos Chimal añade que en todo caso la luz que brilla es la
de ellos, las personalidades que han hecho grandes aportes a la ciencia y que
en el silencio de su laboratorio, gabinete o estudio no han gozado del debido
reconocimiento que la humanidad les debe. “Este viaje es sólo hacerlos
visibles, hacer del conocimiento de otras personas los logros de la ciencia y,
si tengo éxito, que se interesen por ella”, finaliza el escritor y divulgador
científico.◄
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